CARLOMAGNO
La espada de Carlomagno lo
acompañó en sus numerosas batallas.
Carlomagno nació
probablemente en Aquisgrán el 2 de abril del 742, hijo del rey franco
Pipino el Breve y nieto de Carlos Martel, de esta manera podríamos
considerar a Carlos como un hijo ilegítimo, pues no se sabe con certeza la
fecha de su nacimiento, pero de cualquier manera anterior al matrimonio de
Bertrada y Pipino que tuvo lugar en el año 749.
En el año 751 Pipino destronó
al último rey Merovingio y asumió el título real. Desde el 760 los
principales esfuerzos militares de Pipino se centraron en la conquista de
Aquitania. Carlomagno acompañó a su padre en la mayoría de esas
expediciones. Sobre su educación, infancia y adolescencia no tenemos
noticias, pues su principal biógrafo omite esta etapa de la vida del rey
aludiendo a que "no ha quedado testimonio alguno por escrito que trate
de ello".
Cuando Pipino murió en el
768, el gobierno de sus reinos fue compartido entre sus dos hijos Carlos y
Carlomán. La asamblea general de los francos proclamaron a ambos reyes con
la condición de repartirse equitativamente el reino, de la misma manera que
Pipino y su hermano Carloman habían gobernado el reino. Carlo Magno con su
espada
(742-814), rey de los francos (768-814) y emperador de los romanos
(800-814), condujo a sus ejércitos francos a la victoria sobre otros
numerosos pueblos, y estableció su dominio en la mayor parte de Europa
central y occidental.

Carlomagno con su
armadura.
Fue el rey más influyente en Europa durante la edad
media. Carlomagno buscó una alianza con los lombardos al casarse en el 770
con la hija de su rey Desiderio.
En el año 771 Carlomán murió repentinamente.
Carlomagno entonces se apoderó de sus territorios. Carlomagno había
repudiado a su esposa y Desiderio dejó de ser su aliado. El rey franco
invadió Italia, derrocó a su antiguo suegro (774) y asumió el título
real. Viajó a Roma y reafirmó la promesa de su padre de proteger las
tierras papales. Combatió en la península Ibérica en el 778; en su viaje
de regreso, su retaguardia, mandada por Roland, fue objeto de una emboscada,
historia inmortalizada en La canción de Roland. Entre los años 791
y 796 los ejércitos de Carlomagno conquistaron el territorio de los ávaros
(correspondiente a las actuales Hungría y Austria)
Establecido el dominio
franco sobre muchos otros pueblos, Carlomagno había construido de hecho un
Imperio y se había convertido en un emperador. El día de Navidad del 800,
estando Carlomagno en la basílica de San Pedro en Roma, el Papa León III
colocó sobre su cabeza una corona y la gente reunida en la iglesia le
aclamó como el gran y pacífico emperador de los romanos.

Coronación de Carlomagno,
en la basílica de San Pedro en Roma.
Una de las primeras acciones
que emprendió Carlos como rey único de los francos fue hacerse eco de la
solicitud del Papa Adriano I para expulsar a los longobardos de Italia.
La
guerra se prolongó entre los años 773 y 774, consiguiendo la rendición
del rey Desiderio y la expulsión de su hijo Adalgiso de Italia. El papa
conseguía recuperar las tierras que formarán los Estados Pontificios pero
las amenazas continuaban en la península Itálica.
El duque de Fruil,
Rodgauso, se rebeló en el año 776. Carlos volvió a Italia para acabar con
la revuelta y una vez sofocados todos los fuegos impuso a su hijo Pipino
como rey.
Corría el año 781. Finalizadas las campañas en Italia, Carlos
pudo destinar mayores esfuerzos a combatir a los sajones, pueblo germánico
que ocupaban el territorio situado entre el Elba y el mar del Norte. La
delimitación de fronteras -donde se producían continuos enfrentamientos- y
cuestiones religiosas -los sajones se mostraban hostiles al cristianismo al
considerarlo un elemento de penetración franca"- serían las causas de
la guerra.

Espada de Carlomagno con
su correspondiente funda.
Los cronistas hacen referencia a 33 años consecutivos de
lucha con espadas,
manifestando que los sajones nunca cumplían los tratados y las rendiciones
firmados.
Carlos se puso en varias ocasiones al frente de su ejército para
luchar con su espada contra el peligro sajón, confiando también las tropas a los condes
cuando otros asuntos requerían su presencia.
La guerra acabó hacia el año
804. Diez mil sajones fueron deportados mientras que los restantes serían
acogidos en la fe cristiana y obligados a guardar fidelidad al rey franco,
"formando un solo pueblo".
Las miras expansionistas de Carlos no
se limitaban a la península Itálica o el territorio de los sajones. En el
año de 778 inició una contundente expedición contra el norte de la
península Ibérica, dominada por los musulmanes. Animado por los
cristianos, Carlos llegó a la plaza fuerte de Zaragoza tras tomar Pamplona.
El gobernador musulmán no rindió la plaza lo que motivó el inicio de un
largo asedio.
Las noticias que llegaron procedentes de Sajonia no eran muy
halagüeñas por lo que Carlos se retiró a Francia a través del
desfiladero de Roncesvalles. El 15 de agosto de 778 la retaguardia del
ejército franco sufrió una emboscada por parte de grupos de vascones,
posiblemente apoyados por musulmanes. Desde lo alto de los montes, los
vascones atacaron a las tropas francas dirigidas por Roldán, prefecto de la
marca de Bretaña. En la desigual lucha perecieron buena parte de la élite
militar franca: Roldán, el senescal Egihardo y el conde Anselmo. Cuando la
vanguardia quiso reaccionar, los asaltantes huyeron aprovechando lo escarpado
del terreno y la oscuridad "de la noche que ya empezaba a caer".
Este episodio daría lugar al famoso cantar de gesta titulado "La
chanson de Roland". En el enclave navarro de Roncesvalles se conserva
un edificio conocido como el "Silo de Carlomagno" donde la
tradición cuenta que están enterrados los huesos de los muertos en esta
batalla. Más fácil es de creer que la cantidad de restos que se conservan
en este lugar procedan de los cuerpos de los peregrinos enfermos que
fallecían en este lugar de acceso al Camino de Santiago.
La península de
Armorica será el siguiente punto que Carlos someta a su dominio. Los
pueblos bretones de esta zona se sometieron en el año 786 aunque su
carácter rebelde les llevó a provocar nuevas intervenciones en los años
799 y 811. El sometimiento del ducado de Benevento, en el sur de Italia,
será su próximo objetivo. El duque Aragiso se adelantó a los planes del
rey franco y entregó a sus dos hijos como rehenes, al tiempo que juraba
fidelidad. Carlos admitió las ofertas del duque y tras recibir los
juramentos se retiró a tierras francas.

Espada de Carlomagno, fotografía
del mango.
En Baviera nos encontramos con el
nuevo punto de conflicto debido al duque Tasilón y su alianza a los ávaros.
Carlos no soportó esta desobediencia y se dirigió con un fuerte ejército
la región de Baviera. El duque, ante la actitud amenazante del monarca
franco, suplicó clemencia a Carlos con lo que se zanjó de manera rápida
este frente de conflicto. Tasilón fue condenado a pena de prisión perpetua
en el monasterio de Jumièges debido a sus antecedentes rebeldes -ya se
había rebelado antes contra Carlomagno en el año 787 por lo que debió
jurar fidelidad al rey franco-.
En su actitud expansionista serán los
eslavos los nuevos enemigos de Carlos luchando contra los welátabos a los
que se aliaron los sajones.
Estos pueblos del mar Báltico se rebelaron en
diferentes ocasiones realizándose diversas expediciones militares contra
ellos.
Pero la guerra más importante de esta década de 790 es la
emprendida contra los ávaros, en la que el rey intervino personalmente en
las luchas que tuvieron lugar en la actual Hungría. Serían su hijo Pipino
y los demás miembros de la nobleza quienes recibieron la confianza del
monarca para dirigir la larga contienda pues duraría entre los años 791 y
803.
La región de Panonia quedó deshabitada según Eginhardo mientras el
dinero y los tesoros acumulados por los ávaros pasaron manos francas. Las
últimas guerras libradas por Carlos fueron contra los bohemios(805), los
linones (808-811) y los daneses (810), pueblo este último que pretendía
dominar toda la Germania dirigido por su rey Godofredo.
Como consecuencia de
todas estas luchas con espadas llevadas a cabo durante los cuarenta y siete años que
duró el reinado, el reino de Carlos se duplicó en proporciones respecto a
lo heredado de su padre. Las fronteras se extendieron hasta la península
Ibérica y el centro de Europa, contando con Italia, Germania, Sajonia y la
Dacia, estableciendo en el Danubio la frontera este. De ahí la
denominación "Carolus Magnus" con la que ha trascendido su nombre
a la Historia y la coronación de Carlos como emperador y augusto en Roma
por el Papa León III el 23 de diciembre del año 800, igualándose a los
emperadores de Oriente que se consideraban los auténticos herederos de los
emperadores romanos.
Este nombramiento como emperador sería precedido por
la ayuda solicitada a Carlos por el Papa León III quien había sido atacado
un año antes por un grupo de conjurados que le obligaron a escapar a
Sajonia donde se encontró con Carlos, solicitando su ayuda.
La
intervención de Carlos permitió el restablecimiento de la paz en los
Estados Pontificios. Al igual que la guerra, la diplomacia también será
uno de los puntos fuertes de Carlos, estableciendo contactos con los reyes
más reputados de su tiempo como Alfonso II el Casto de León, Harun al-Rachid
el califa abassí de Bagdad o los emperadores de Constantinopla. Resulta
francamente interesante conocer la vida privada del rey franco.

Muestra de la espada
Carlomagno acabada en bronce.
Antes de sus
numerosos matrimonios Carlos mantuvo relaciones con una joven noble llamada
Himiltrudis, naciendo de esta relación un hijo llamado Pipino el Jorobado.
Hacia el año 770 casó con Ermengarda, hija de Desiderio, el rey de los
longobardos, a la que repudió por desconocidos motivos tras un año del
enlace.
La segunda esposa fue Hildelgarda, mujer noble de origen suabo con
la que tuvo 9 hijos, cuatro varones -Carlos, Pipino y Ludovico entre ellos -
y cinco mujeres - Rotrudis, Berta y Gisela son las que conocemos-.
A la
muerte de Hildelgarda -30 de abril del año 783- casó con Fastrada, de
origen germánico, con quien al menos tuvo dos hijas: Teodorada y Hiltrudis
mientras que una concubina le daba otra hija de nombre Rodaida.
De nuevo
viudo en el año 794 contrajo matrimonio con la alamana Liutgarda con la que
no tuvo hijos.
Al fallecer ésta se relacionó con cuatro concubinas:
Madelgarda, con quien tuvo a Rotilda; Gersvinda, madre de Adeltrius; Regina
que tuvo dos hijos, Drogón y Hugo; y Adelinda con la que tuvo a Teodorico.
En total, diez relaciones conocidas de las que nacieron al menos 18 hijos
conocidos. Todos estos hijos e hijas recibieron la formación típica
medieval dividida en dos grupos: el "trivium" formado por la
gramática, la retórica y la dialéctica y el "quadrivium"
integrado por aritmética, geometría, música y astronomía.
Eginhardo nos
presenta a Carlos absolutamente preocupado por la educación de su vasta
descendencia e incluso cuenta que "nunca cenó sin ellos ni se
fue de viaje sin llevárselos consigo".
Entre los principales valores
de Carlos encontramos, siempre según el cronista Eginhardo, la amistad, el
interés por lo procedente de otras tierras, la honradez o el afecto hacia
sus súbditos. En su descripción física alude a un hombre de alta estatura
-1´92 metros según la exhumación de su cuerpo que se produjo en el año
1861-, "hermosa cabellera blanca y rostro agradable y alegre".
El
cronista dice que gozó de buena salud a excepción de sus últimos cuatro
años en los que eran frecuentes las fiebres e incluso cojeó de un pie,
pudiendo padecer la gota ya que los médicos le recomendaban la abstinencia
de guisos asados, recomendaciones que el rey no seguía. Su moderación en
la comida y en la bebida contrasta con esta atracción hacia los guisos. La
comida siempre se acompañaba de música o de lecturas. Tras el almuerzo
solía dormir dos o tres horas.
Entre sus aficiones encontramos la caza, la
equitación, los baños termales y la natación. Eginhardo dice que
"vestía según la costumbre de su pueblo (...) sobre el cuerpo llevaba
una camisa y unos calzones de lino; encima, una túnica ribeteada de seda y
medias calzas y luego unas bandas alrededor de las piernas y calzado en los
pies. (...) Se cubría con un manto azul y siempre llevaba ceñida una daga
cuya empuñadura y cuya vaina eran de oro o plata".
Durante el reinado
de Carlos se manifiesta un importante renacimiento cultural al proteger a
importantes personajes como Alcuino de York, quien se convirtió en uno de
los principales impulsores de la cultura carolingia.
El propio Carlos
cultivó las artes liberales, especialmente la astronomía. También se
intereso por la labor legislativa al unificar y completar las leyes francas
al tiempo que ordenó la recopilación de todas las leyes de los pueblos que
estaban bajo su mando.
Al igual que los emperadores romanos Carlos también
se preocupó por desarrollar una importante labor constructiva con la que
demostrar la grandeza de su reinado como podemos constatar en los
magníficos palacios de Aquisgran y su capilla palatina o la construcción
de iglesias en todos los rincones de su reino. Antes de morir, Carlos
asoció al trono a su hijo Ludovico, en aquellos momentos rey de Aquitania,
y le nombró heredero de la corona imperial ante la asamblea de próceres.
Esta ceremonia de coronación se realizó el 11 de septiembre del año 813.
A primeros de noviembre, Carlos regresó de cazar a su palacio de Aquisgrán,
donde sufrió un fuerte proceso febril en el mes de enero del año 814. La
dieta que se le impuso para la recuperación no fue efectiva, complicándose
la fiebre con "un dolor en el costado, lo que los griegos llaman
pleuresía" en palabras de Eginhardo. El 28 de enero de ese año
fallecía Carlomagno a la edad de 72 años, tras 47 de reinado. Su cuerpo
fue sepultado en Aquisgrán.
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