WILLIAM
WALLACE
William
Wallace (1272 – 1305)
William
Wallace nació en enero del 1272 en la ciudad escocesa de Elerslie (cerca de
Glasgow), muy poco antes de que llegase al trono de Inglaterra el que sería
su gran enemigo, Eduardo I, de la casa Plantagenet.
Retrato
de William Wallace con su espada.
Vivió sus primeros años en un
clima de tensiones y disputas que se sucedieron entre los numerosos nobles
escoceses tras la muerte del rey Alexander III.
Entre los 14 y 16 años vivió
en Dunipace, con un clérigo tío suyo, con el que estudió a los clásicos
en latín.
Ya con esta edad medía 2 metros
de altura, lo que le convertía casi en un gigante para el tamaño medio de
entonces, también era muy fuerte y hablaba tres idiomas.
La muerte de su padre, el
destierro de su madre y el sistema de opresión que vivían los suyos por
parte de los ingleses hizo que abandonase la incipiente carrera eclesiástica.
Así, cansado de la opresión y
el dominio inglés se unió con otros jóvenes, convirtiéndose en una banda
de forajidos. Con ellos fue hasta Loudun Hill, donde vivía el caballero
inglés Fennwick, que había matado a su padre.
Él sólo contaba con 50
hombres, frente a los 200 soldados ingleses; aún así, más de la mitad de
estos murieron, incluyendo a Fennwick.

William
Wallace batalló contra los ingleses con su famosa espada.
Los
hombres de Wallace, además de disfrutar su primera gran victoria, se
encontraron con un número considerable de armas y caballos. Wallace se
convirtió así en un forajido al que pusieron precio por su cabeza.
Su
pequeño ejército se refugió en el bosque de Ettrick y durante 5 años,
junto con sus hombres, visitó poblaciones tomadas por los ingleses para
conocer al enemigo y realizó guerrillas contra tropas y patrullas,
ocasionando numerosas bajas.

Espada
William Wallace
A pesar de todo ello le dio
tiempo para cortejar a la joven Marion Braidfute, que vivía en Lannark,
ciudad gobernada por el sheefiff Hazelrig, el cual, para obligar a Wallace a
ir a su ciudad y así capturarlo, mató al hermano de Marion. Y
efectivamente Wallace llegó, pero, aunque causó una considerable matanza
entre los soldados ingleses, tuvo que regresar al bosque sin haber
conseguido llegar a la casa de su amada. Entonces, el sheriff Hazelrig,
despechado por no conseguir capturar al forajido más buscado, mató a
Marion.
La venganza no se hizo esperar.
Wallace, acompañado esta vez por todos sus hombres, atacó durante la
noche, dejando vivos sólo a las mujeres y los religiosos. Aquello aumentó
su fama, y muchos más escoceses se unieron a él y las tropas inglesas a la
largo y ancho de Escocia sufrieron su guerra de guerrillas.

Estatua
de William Wallace con su espada.
El rey Eduardo mandó 40.000
soldados de a pie y 300 jinetes para resolver el problema escocés al mando
del Gobernador inglés de Escocia, John de Warenne. El primer gran
enfrentamiento tuvo lugar en Irvine, julio de 1297; muchos nobles escoceses
no quisieron participar por no querer estar bajo el mando de alguien a quien
consideraban de inferior rango.
Wallace tuvo que retirarse hacia
el norte, aunque después siguió a los ingleses cuando estos creyeron que
el asunto estaba zanjado.
El
siguiente gran enfrentamiento sería decisivo por necesidad: un numeroso y
bien armado ejército, con muchos veteranos de las guerras de Flandes y
Gales, frente a quienes hasta entonces sólo habían hecho guerrillas y
estaban armados principalmente con lanzas, hachas y cuchillos.

Busto
de William Wallace
La
batalla tuvo lugar el 11 de septiembre de 1297, en el puente de Stirlig, que
se hundió ante el peso de la caballería inglesa, facilitando así la
victoria de Wallace. Aunque este tuvo que sufrir la pérdida de su mejor
amigo: Sir Andrew Moray. A aquella victoria siguieron otras, incluyendo la
toma del castillo de Edimburgo. Y así quedó Escocia momentáneamente libre
de ingleses.
Entonces
Wallace vio que había otro trabajo que hacer: restaurar las vías
comerciales y diplomáticas con los otros países, tal como estaban con el
rey Alexandre III.
Fue
elegido Guardián de Escocia, título que casi equivalía a nombrarlo rey
(el auténtico, John Baliol, estaba preso en Londres; más tarde sería
exiliado a Francia, de donde no regresaría).
Alarmado
por la derrota inglesa, Eduardo I regresó de Flandes, donde mantenía otra
guerra, y fue en persona hacia Escocia con un enorme ejército que fue
avanzando por el norte de Inglaterra, donde Wallace también había
conquistado algunas ciudades, haciendo huir a los escoceses que se
encontraban por allí.

Dibujo
de una de las batallas que mantuvo William Wallace.
Entonces
Wallace usó la práctica de tierra quemada, para que el enemigo no
encontrase provisiones a su paso, pero eso ya estaba previsto por el rey
inglés, al que le llegaban las provisiones en barcos desde Irlanda, aunque
en alguna ocasión estos se hundieron en el mar por culpa de una tormenta.
Además
de esta inmensa fuerza, tres veces mayor que la de los escoceses, Wallace
fue traicionado por dos de sus nobles. En la batalla de Falkirk, a pesar de
la buena idea de oponerse al asalto de la caballería inglesa colocando las
lanzas sujetas firmemente contra el suelo, los escoceses fueron derrotados y
el rey inglés ofreció una importante recompensa por la captura de Wallace.
Además
de la derrota, este tuvo que soportar el desprecio de los propios nobles
escoceses, que nombraron Guardianes de Escocia a Robert Bruce y John Comyn,
este último, sobrino de John Baliol.

Dibujo
de William Wallace junto a su espada
Una
vez perdido el carisma de vencedor de todas las batallas, su condición fue
decisiva para que los nobles le retiraran el apoyo. Por si fuera poco, el
rey Eduardo decretó una amnistía para todos aquellos que combatieron por
Escocia, excluyendo de ella a Wallace, que de nuevo se veía convertido en
un forajido. También nombró rey a John Comyn.
Parece
ser que Wallace estuvo un tiempo en Francia, donde Felipe IV le ofreció títulos
nobiliarios y el gobierno de alguna tierra, pero el amor por su tierra le
llevó a volver en 1305. Allí, nuevamente fue traicionado. Esta vez por Sir
John de Menteith, antiguo amigo y compañero de armas, que introdujo a uno
de sus sobrinos en su banda, para así estar al tanto de todo cuanto hacía.
Así
consiguió llevarlo hasta el castillo de Carslile, donde fue encerrado en
una mazmorra. De allí fue llevado a Londres fuertemente custodiado y atado
a un caballo, en un largo viaje de 17 días.
Fue
acusado de alta traición, cosa que él negó, ya que nunca había jurado
lealtad al rey inglés, y sentenciado a morir en el mismo día.

Estatua
de William Wallace
Los
detalles de su ejecución son especialmente truculentos, incluso pensando en
los cánones de la época: Fue arrastrado por dos caballos por las calles de
Londres y apedreado por la multitud hasta llegar a Smithfield, donde estaba
el lugar de ajusticiamientos.
Allí
lo ahorcaron por un corto tiempo, lo suficiente para que sólo perdiese el
conocimiento. Lo descolgaron y, mientras aun estaba vivo, le cortaron los
genitales, le abrieron el vientre y le sacaron los intestinos, que fueron
quemados; finalmente, su cabeza fue cortada y puesta en una pica en el
Puente de Londres, mientras que manos y pies fueron mandados a cuatro
extremos de Inglaterra.
En
Alberdeen, donde llevaron el pie izquierdo, fue enterrado lo que quedaba del
cuerpo. Este tipo de ejecución contra el delito de traición fue
introducido en Inglaterra por los normandos y estuvo vigente hasta el siglo
XVIII. Y seguramente se usó con bastante frecuencia; hay que tener en
cuenta que en la Torra de Londres está la llamada Puerta de los Traidores.
Se
habla mucho de la espada de William Wallace, la cual es del tipo tradicional
para ser manejada con las dos manos, mide aproximadamente 66 pulgadas de
largo, siendo la longitud de la hoja de 52 pulgadas. La calidad del metal
sugiere que es de origen escocés, aunque otras espadas del mismo periodo
fueron hechas en Finlandia o Alemania.
Espada
original de William Wallace.
La lucha por la independencia de
Escocia continuó, en 1314 Roberto "the bruce" tomo las riendas de
la rebelión y combatió a los ingleses hasta lograr la independencia en
1320. Así, fue coronado como el Rey Roberto I de Escocia. Aunque jamas
olvido su traición a Wallace en la batalla de Falkirk y en su lecho de
muerte pidió que su corazón fuera llevado a las cruzadas buscando el perdón
de Dios y de sus errores pasados.
Eduardo I falleció a principios
del siglo 14 y fue su hijo Eduardo II quien le dio la independencia a
Escocia, tan buscada por William Wallace.
La cuestión es que William
Wallace, el héroe, ha pasado de la Historia al mito y a la leyenda, y
millones de escoceses, e incluso habitantes de otros países, han querido
verse reflejados en el hábil diplomático, el pertinaz luchador, el
brillante estratega, el gigantesco guerrero (según las crónicas de la época,
medía cerca de dos metros), y, especialmente, en el desafiante adalid de
una idea tan atractiva y mitificada como la independencia, en todos los
sentidos, a la que William dedicó conscientemente su vida e
inconscientemente su posteridad.
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